Inicio el 2014, hasta ahora nada me había “motivado”, con un tema de “triste” actualidad, y por el que siento una especial sensibilidad al ser “caballa” y haber vivido en Melilla más de 20 años: la “presión migratoria”. Terrible nominación para un problema que parece no tener solución, y del que destilan como en un grifo mal cerrado, vidas humanas, historias personales, en muchos casos terribles, y que nunca llegaremos a conocer. Personas que buscando mejores condiciones de vida, no dudan en arriesgarla, echándose al mar en muchos casos sin saber nadar, a ese “Estrecho”, que no lo es tanto cuando tus medios son una balsa hinchable, o saltando vallas repletas de cuchillas afiladas, o fosos con cocodrilos si viviéramos en otra época...
Según distintos medios y especialistas en Rabat, la presión migratoria sobre Melilla y Ceuta, está
coincidiendo con una serie de cambios en la política del gobierno de Marruecos, en cuanto a
la flexibilización del trato hacia los emigrantes subsaharianos.
Marruecos anunció en octubre 2013 un nuevo proceso de
regularización de los emigrantes ilegales, que cifró entre 25.000 y 40.000, (en
su mayoría subsaharianos) que se pondría en marcha durante todo el año 2014. El pasado lunes, las autoridades entregaron las
tarjetas de residencia (el pasaporte a los sueños), en Rabat, Tánger y otras ciudades marroquíes. La cifra
puede parecer pequeña, pero lo cierto es que cerca de 10.000 personas se han
personado en las oficinas de emigración para interesarse por el proceso de
regularización.
¿Qué mas da?, ¿Qué se juegan: la vida, que han aprendido que
tiene tan poco valor para los demás?, ¿Qué van a perder: nada?. Posiblemente dejar
de sufrir abriendo los ojos a un nuevo día, igual que ayer, igual que hace años
,aprendiendo simplemente a sobrevivir, un día más...otro igual...hasta que
llega “ese Gran día”, el que les abre sueños de ¿trabajo?, ¿un techo?, ¿comida
caliente?,...el día de “pasar” al otro mundo, el nuestro, el de los que hemos
nacido al otro lado de la valla.