.... Y siempre habrá algo en mi padre del desierto,
como cuando el leñador corta un árbol
y en los círculos del tronco conoce su edad...
Las arrugas de su frente
muestran los años que pasó allí,
muestran sus experiencias bajo un sol abrasador
que dejó huella en su piel.
.... Y siempre habrá algo en él del desierto...
La arena suave y dorada sobre la que caminó interminablemente
se sentía celosa de su más suave y bronceada piel,
ahora seca y arrugada, como un oasis que se ha secado.
Eso era él, un oasis lleno de vida,
una brisa fresca en un día caluroso sobre las dunas,
ese astuto zorro del desierto lleno de experiencias
pero todavía en busca de nuevas aventuras.
.... Pero siempre habrá algo en mi padre del desierto...
porque nadie puede quitarle sus recuerdos,
ahora que ya no puede volver allí,
porque aquel Sáhara en el que estuvo
y ese astuto zorro que fué
ya no existen: porque el tiempo no espera a nada ni nadie
y cada segundo lo cambia todo.
.... Pero siempre habrá algo en él del desierto...
quizás sus ojos tan brillantes,
mirándolos descubro un mundo de arena, viento y sol,
un mundo de joven vitalidad y aventura sin fin...
Quizás ese trozo de su memoria y corazón
en el que siempre existirá su desierto del Sahara.
AUTORA: Maria José Fernández (mi hermana).
Original en inglés: "A piece of desert in my father´s heart" (2000)
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