sábado, 5 de mayo de 2012

ANSIEDAD: PLAGA DE NUESTROS DÍAS

Nuestros tres sistemas: cognitivo, fisiológico y conductual, reflejan este estado de desajuste tan habitual relacionado con nuestro modus vivendi. A nivel cognitivo a través de nuestros pensamientos, fisiológico: manifestándose en tensiones musculares varias, tasa cardiaca o respiratoria y a nivel conductual con nuestro comportamiento.

Su manifestación: el estrés, definido como la respuesta del organismo a través de reacciones fisiológicas que preparan al organismo para la acción. En tiempos remotos el hombre primitivo, ante estas respuestas se preparaba para la lucha o huída.
 El problema actual es que estas respuestas son automáticas y ocurren con una diferencia fundamental: se producen los mismos cambios fisiológicos, pero con una inhibición o socialización de la respuesta agresiva. Los órganos viscerales sufren el impacto, al no ocurrir una adecuada descarga motora del sistema músculo-esquelético. Las demandas del entorno psico-social son excesivas, intensas y/o prolongadas, superando la capacidad de resistencia y adaptación del organismo, y llegando al distrés.
 Cuando a una persona se le hace sobrepasar el punto óptimo de la curva de rendimiento-activación, comienza un descenso de sus respuestas hasta llegar al fracaso adaptativo.
Durante este período de descenso de rendimiento la persona se siente ansiosa, irritable, con insomnio, con alteraciones del estado de ánimo, y disminución del rendimiento psico-físico y del apetito, se siente cansado desde la mañana.

Los síntomas que podemos sentir cuando estamos muy ansiosos son:

A nivel fisiológico:
Contracturas musculares: en la columna vertebral, los hombros, el cuello, nuca y mandíbula; si la tensión es muy intensa puede extenderse al resto del cuerpo.
Taquicardia, dolor precordial.   
Problemas gastrointestinales como contispación, diarrea, dolores en la boca del estómago o en el abdomen y sensación de hinchazón en el abdomen.
Dolor de cabeza.
Mareos y sensación de inestabilidad.
Problemas respiratorios: intensifica las crisis asmáticas.
Problemas dermatológicos: causar o agravar problemas en la piel, como por ejemplo: alergias.

A nivel cognitivo:
Sentirse emocionalmente ansioso y/o deprimido: pensamientos que conducen a estar preocupado, tensionado y vislumbrando un porvenir no del todo bueno.
Sentirse mal consigo mismo e inútil por no poder resolver problemas cotidianos.
Tener pensamientos perturbadores y desorganización en el razonamiento.
Miedos y/o angustia.
Sensación de estar perturbado o de estar volviéndose loco.

A nivel conductual:
Cambios en el carácter, mayor irritabilidad.
Cambios en las actividades de nuestra rutina diaria.

FUENTE: Lic. Elízabeth González Montaner.

 

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